Movimiento de Cultura Espírita CIMA
“Con nuestros pensamientos, podemos hacer un infierno del cielo , o un cielo del infierno” John Milton. El Paraiso Perdido.
La necesidad urgente del momento es difundir y fomentar el espíritu de Buena Voluntad y Comprensión para que llegue a ser un factor de verdadera y decisiva influencia en todas las relaciones humanas. El esfuerzo de todos debe ser dirigido a despertar a los hombres y mujeres de buena voluntad, a fin de que cada cual en su esfera y posición colabore con su pensamiento y con su actitud en la obra de insuflar la calma, la serenidad, la paz interior en las personas, para que termine la desorientación reinante y se pueda encarar el porvenir con optimismo y confianza.
Este esfuerzo puede tener buenos resultados y nuestra confianza en su éxito se funda en que el pensamiento y las actitudes positivas son fuerzas constructivas que ejercen gran influencia en las actividades humanas, aun cuando, en general, tal influencia pase inadvertida. Además, hemos de resaltar que el número de personas comprensivas animadas de buena voluntad, es más grande de lo que generalmente se cree. Diremos más: la inmensa mayoría de los humanos se inclinan hacia la buena voluntad, y sólo una una actitud cautelosa o temerosa les impide manifestarla en sus relaciones con los demás.
No tiene objeto que nos detengamos a enumerar los males que afligen al mundo; son de sobra conocidos y a menudo exagerados. Será obra más útil que discurramos acerca de la manera de disminuirlos, que reflexionemos en torno de lo que debemos y podemos hacer para que el bienestar material y la tranquilidad espiritual reinen entre todos los integrantes de la familia humana. Y la solución de los grandes problemas depende de una acción mancomunada de todos aquellos que están inspirados por ideales de buena voluntad, entendimiento y progreso, cualquiera que fuese el origen ideológico de ellos.
Ahora bien: ¿Cuando hablamos de Buena Voluntad, qué queremos decir? Nos referimos a la actitud mental y a la disposición interna que nos mueve a considerar el punto de vista de los otros, al reconocimiento de que al defender nuestro propio interés no debemos pasar por alto el de los demás. Esa Buena Voluntad es tan sencilla y eficaz que muchos no saben apreciar el efecto dinámico que ella provoca. Una persona que la practique sinceramente puede cambiar su familia e influir notablemente en su grupo social. Los hombres y mujeres de ideales progresistas deben darse cuenta de que el bienestar del mundo los necesita; que el número de los que piensan como ellos es inmenso, y que, por lo tanto, no hay justificación para su retraimiento. Combinar esa buena voluntad en el plano del sentimiento y el pensamiento, con una acción práctica, firme y constructiva en el plano social, es una excelente decisión en favor de ese mundo mejor, justo, igualitario y fraterno que todos soñamos.
Se trata, en definitiva, de un estado espiritual signado por el amor y el respeto al prójimo; por el ferviente deseo de servir; un estado que, podría ser resumido en esta máxima que enarboló como su bandera, Allan Kardec, el ilustre Codificador de la Doctrina Espírita: SOLIDARIDAD - TRABAJO- TOLERANCIA.