miércoles, 9 de diciembre de 2015

SOCIEDAD DE CONSUMO Y SOBRIEDAD



Dante López
Presidente de la Confederación Espírita Panamericana



En estos días llegó a mi Correo Electrónico un video donde el Ex-Presidente de Uruguay José Mujica hace una reflexión acerca de la Sociedad de Consumo, reflejando la necesidad de dejar de buscar la felicidad en la adquisición de “cosas” que supuestamente nos harán felices.

Este hombre, que ha sobresalido por su resiliencia y su austeridad, ha llegado a la máxima jerarquía política de su país, y es muy escuchado, porque fue capaz de mantener una forma de vida alejada de los fastos que normalmente acompañan a los que acceden al Poder Político. Es coherente entre su Filosofía de vida y su accionar y en ese sentido es un ejemplo a seguir, no solamente para la clase política, sino también para el hombre común.

Creo que una de las mayores aspiraciones a la que podemos acceder en este plano es la de sentir que somos coherentes entre nuestro discurso y nuestra forma de vida.

Como bien nos señala la Filosofía Espírita ningún ser humano es igual a otro, por lo tanto no podemos pensar que haya una sola forma de encontrar ese equilibrio. Al ser diferentes, nuestra vida se va construyendo en diferentes escenarios, con distintas responsabilidades y en las circunstancias que se desarrollan a partir de nuestro accionar.
Si una persona es pobre económicamente no significa que ha fracasado en su vida, como tampoco ser rico es garantía de éxito. El éxito radica mucho más en sentir que hemos cumplido con la tarea que la vida nos encomendó, siendo feliz y a la vez solidario.

Pareciera que la clave pasa por ser feliz con lo que cada uno tiene, en una actitud de valoración y agradecimiento, con la seguridad que es “lo que más me sirve a mi momento evolutivo”, aunque también atento a que siempre es necesario progresar, porque la vida no es una fotografía, sino una film de largo metraje sin final aparente.

Por eso también concuerdo con lo que José Mujica dice cuando afirma que no quiere hacer una apología de la pobreza sino que quiere exaltar el valor de la sobriedad. Esto pone las cosas en su lugar, la sobriedad nos lleva a evitar los extremos, a prescindir de los excesos que nos propone la Filosofía de la inmediatez y la obsolescencia programada. La sobriedad nos invita a vivir lo mejor posible dentro de nuestras condiciones, disfrutando sin culpas, los que ganamos legítimamente, sin perder de vista nuestra responsabilidad con los demás. Nos propone buscar la felicidad hacia adentro de nosotros mismos, por entender que allí está lo que buscamos.

Si nuestros pensamientos y la consecuente acción son impregnadas por la sobriedad estaremos menos expuestos a la superficialidad de la Sociedad de Consumo. En el equilibrio emocional que podamos conseguir tomaremos conciencia de que ser feliz es una cuestión relativa a nuestras expectativas.

Si vivimos mirando solo lo que nos falta no encontraremos la calma necesaria para ser felices, porque ser feliz es saber que podemos vivir en paz con nuestra propia conciencia pero también en equilibrio con el medio que nos rodea, humano, material y ambiental. Encontrar el equilibrio sin dejar de buscar el progreso viviendo con sobriedad, he ahí un desafío del Ser Humano de nuestro tiempo.