martes, 19 de noviembre de 2013

EL RELACIONAMIENTO ENTRE LAS INSTITUCIONES ESPÍRITAS


Por: Daniel Torres
Grupo Espírita Nueva Generación de Guatemala

De acuerdo con la propuesta ética del Espiritismo, el intercambio interinstitucional debiera ser armonioso por naturaleza. Sin embargo, en el plano vivencial eso no siempre sucede. Lamentablemente las debilidades humanas están a la orden del día, y se les da vía libre cuando dentro de la misma organización no hay un contrapeso colectivo que permita regular este tipo de comportamientos.
       Entre los aspectos que invitamos a reflexionar personal o colectivamente, para favorecer el relacionamiento sano y constructivo están: 
El respeto: Merece recordar una de las frases expresada notablemente por Benito Juárez y que ha quedado anclada en la conciencia de la humanidad por su altura y profundidad ética: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.  Esto se traduce en la no intromisión de las decisiones y asuntos internos de las instituciones, como también en la negativa a aceptar la coacción por cualquier medio de personas u organizaciones con el fin de consolidar sus propios intereses, que por lo general van fuera del campo de la ética que nos propone el Espiritismo.


       Sabemos que en el mundo ninguna persona es igual que otra, todas tienen sus propias particularidades que la diferencia de las demás, sean estas por factores culturales, sociales, etc. Lo mismo sucede con las instituciones, cada una tiene su perfil y objetivos.

       El Espiritismo jamás surgió para levantar anatemas, censuras y ataques, mucho menos para albergar actitudes que riñen con la libertad y la solidaridad. Muy al contrario, nació para reivindicar los valores éticos trascendentes desde una perspectiva espiritual.

La sinceridad: Este es uno de los aspectos más importantes, porque no hay elemento tan nocivo en las relaciones personales e institucionales como la hipocresía, que corroe y contamina un entorno de una manera tan sutil, que los daños provocados suelen ser desastrosos. Comúnmente se describe a quienes actúan de esta manera como “lobos con piel de oveja”. Este fue uno de los desafíos que tuvo que enfrentar el mismo Kardec y del cual, por su experiencia, supo prevenir.

La tolerancia: Cuando premia un clima de tolerancia en las relaciones humanas, se generan las condiciones propicias para que cada persona se exteriorice tal cual es y exponga con libertad sus ideas, dando como resultado un intercambio saludable que beneficia a todos. Sin embargo, este término debe ser correctamente empleado, puesto que tampoco implica llegar al extremo de aceptar acciones que contravengan los buenos modales, ni el espíritu de fraternidad; sin este control, hasta qué punto podrían  llegar las instituciones espíritas; perderían el fin para el cual fueron creadas. En el mundo moral todo guarda un equilibro.

La fraternidad: Este es el lazo que potencializa las relaciones, es la máxima expresión de una convivencia sana y duradera, porque fomenta la unión, el intercambio y el progreso.


       A pesar de las diferencias existentes, que van más a la forma que al fondo, las instituciones espíritas pueden cooperar mutuamente. Cuando se propicia un diálogo franco y honesto, en donde se discutan las ideas, mas no a quienes las expresen; cuando el amor y la búsqueda de la verdad sea nuestra divisa, seguramente contribuiremos en fortalecer el movimiento espírita en general. Llevemos pues, con dignidad esta bandera y digamos al unísono con el timbre de voz que cada quien posee: Unidos para Progresar.