Por: Dante López
Presidente de la Confederación Espírita Panamericana
En el artículo del mes anterior
ponderamos la idea de re pensar a las
organizaciones espíritas para evitar que pierdan su vigencia, adaptándose a las
nuevas realidades sociales y captando la atención de quienes están en la
búsqueda de la espiritualidad trascendente.
Hacemos este llamamiento a partir
de nuestra propia experiencia en organizaciones humanas de diferente tipo pero
que tienen en sus raíces la misma problemática: las limitaciones de los seres
humanos que las integran.
Dialogando con especialistas en
temas organizacionales podemos escuchar que el personalismo, la verticalidad en
la toma de decisiones, la dificultad en la delegación y su consecuencia los
traspasos generacionales, son algunas de las características que se repiten en
la mayoría de las organizaciones humanas en Latinoamérica.
Estas características, siempre
siguiendo la palabra de los especialistas, afectan todo tipo de organizaciones,
tanto a los Gobiernos de los Estados como a las organizaciones no
gubernamentales, impactando también a
las empresas privadas y públicas, tanto las de capital como las llamadas
empresas familiares.
Si afecta a la totalidad de las
organizaciones humanas, ¿porque no va a afectar a los Centros y Sociedades
Espíritas? ¿Será que tendremos la soberbia de pensar que esto no nos pasa
porque los espíritus nos preservan de estas situaciones?
En mis recorridas por las
distintas Sociedades Espíritas de América y España observo claramente estos
problemas, y no siempre los dirigentes son conscientes de la situación.
En la CEPA como organización
también tenemos algunas de estas características. Una de ellas es la dependencia de la figura del Presidente para
la elaboración de la estrategia de la entidad en cada período, la consecuente
verticalidad en la toma de decisiones y la exposición al personalismo que esta
forma conlleva. Los dirigentes debemos tomar conciencia de esta realidad que
nos afecta a todos como organizaciones humanas con perfil latino, y tratar de
identificar cuáles son las que particularmente están impidiendo en alguna
medida un más fluido desarrollo.
Para ello podemos comenzar
haciéndonos algunas preguntas: ¿Estamos creciendo en número de asistentes o
cada vez somos menos?; ¿Dentro de la organización prevalece la armonía con
sinceridad?; ¿Hay espacios para la discusión de las formas de trabajo?; ¿Hay jóvenes
y tienen su espacio de participación y creación?
Tenemos el deber de pensar
objetivamente el desempeño de las organizaciones, con una mentalidad amplia,
propiciando la participación de todos y escuchando las inquietudes sin
preconceptos. También podemos compartir esto con los espíritus guías cuando
nuestra determinación esté consolidada para permitir su apoyo y orientación.
La CEPA está en ese proceso,
contamos con el apoyo de una especialista en organizaciones latinoamericanas
para que nos ayude en el proceso de actualización. Distintas Sociedades han
realizado análisis de las Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas en
talleres dedicados especialmente al tema y ahora contamos con un valioso
material que está siendo analizado para su posterior puesta a consideración. En
breve compartiremos las principales líneas de acción que surgen del aporte de
muchas personas que participaron en el
proceso y que también se comprometerán en la ejecución de las políticas que
hemos diseñado entre todos.
Vuelvo a invitar a los dirigentes
de las Sociedades Espíritas a un proceso de revisión interna con intenciones de
mejorar la Organización y adaptarla a los tiempos que corren.